Vendedor caraqueño de torta bejarana
Vendedor caraqueño de torta bejarana

La curiosa historia de la Torta Bejarana

En el complejo tejido colonial de la Venezuela del siglo XVIII y su división social, unas hermanas pardas de apellido Bejarano crearon un postre que les permitió ganar, no solo dinero, sino el reconocimiento y la estima de la sociedad caraqueña de la época, así como trascendencia en la historia de la gastronomía venezolana. La torta, de preparación y apariencia rústica fue inmortalizada con el apellido de aquellas hermanas, así nació la Torta Bejarana.

Contexto Histórico

La sociedad colonial del siglo XVIII, estaba marcada por la dinámica de un Sistema de Castas determinado por el origen, el color de piel y el poder económico, una pirámide en la que encontrábamos, por orden de privilegios sociales, económicos y culturales, la siguiente estratificación: Blancos Peninsulares, Blancos criollos, Blancos de orilla, Pardos, Mestizos, Mulatos, Zambos, Indígenas, Negros esclavizados.

 

La Torta Bejarana y las Bejarano

La Torta Bejarana surge de las manos pardas de Eduvigis, Magdalena y Belén Bejarano, tres hermanas reposteras que desde 1780 solían vender sus productos en los alrededores de la popular Plaza San Jacinto, en el centro histórico de la Caracas colonial.

El dulce en cuestión se popularizó de tal manera que llegó hasta las mesas de las familias mantuanas, las más acaudaladas de Caracas; se dice incluso que este postre era uno de los favoritos del mismísimo Libertador Simón Bolívar.

Tal fue la fama de la torta creada por Las Bejarano, que se cuenta que lograron comprar su “limpieza de sangre” al Rey de España, a través de la Cédula de Gracias al Sacar, con los recursos obtenidos de la venta de su popular postre, a fin de “ser tenidas como blancas, aunque fueran pardas”.

Sin embargo, aun con toda la apreciación ganada con el sabor de su dulcería, las Bejarano no lograron ser llamadas “Doñas” ni vestir como las blancas criollas pues, aunque supuestamente compraron su “blancura”, los mantuanos alegaban que “a pesar de ser tenidas por blancas, no son blancas las Bejarano”.

Lo cierto es que, si bien hoy día no es un postre común en las mesas venezolanas, más de un siglo después de su invención, en 1898, una foto publicada por El Cojo Ilustrado (revista cultural venezolana de finales del siglo XIX y principios del XX) mostraba a un vendedor de dulces con su cesta en el hombro y un texto que recordaba las vocerías de estos comerciantes ambulantes: “¡La gran torta Bejarano… y de leche… y de leche… la gran conserva!”, lo que indica que fue un dulce que mantuvo su popularidad en el tiempo.

Los sabores de la Torta Bejarana

La base de la torta Bejarana era el plátano maduro, una de sus particularidades era precisamente que no requería harina de trigo, ya que entonces no era sencillo adquirirla por dificultades de importación del trigo.

Aparte del plátano, La Bejarana requería papelón, pan de horno (roscas dulces de la época colonial que se preparaban con maíz cariaco), queso blanco rallado, “melao” de papelón, manteca, vino dulce, huevos, semillas de ajonjolí para la mezcla y su decoración, también llevaba especias como canela, pimienta guayabita, nuez moscada y clavitos de olor.

Así tenemos que esta torta con historia, clásica de la gastronomía caraqueña, es un testimonio del gusto de los habitantes de la sociedad del siglo XVIII.

 

¿Te gustaría preparar la Torta Bejarana? Aquí te dejamos la receta

Ingredientes
  • 450 gramos de papelón
  • 6 cucharadas de semillas de ajonjolí
  • 2 plátanos bien maduros
  • 4 cucharadas de mantequilla o manteca
  • 2 huevos
  • 1 1/3 tazas de pan de horno y 1 taza de pan rallado (se puede sustituir el pan de horno por fororo – harina de maíz tostado)
  • 1/4 cucharadita de pimienta guayabita molida
  • 1/8 cucharadita de canela en polvo
  • 10 clavitos de olor
  • Una pizca de nuez moscada rallada
  • 1 taza o 100 gramos de queso blanco, finamente rallado
  • 1/4 taza de vino dulce tipo Moscatel o Sagrada Familia
 
Preparación

Precalentar el horno a 375°F.

Tostar las semillas de ajonjolí y tostarlas ligeramente en el horno por unos 5-8 minutos. Se reservan.

Se ponen trocitos de papelón en una olla con 2 tazas de agua y los clavitos de olor, eso se cocina a fuego lento removiendo regularmente por 20 minutos, hasta que el papelón se disuelva y se vuelva “melao”. Colar y reservar a temperatura ambiente.

Mientras se enfría el melado de papelón, enmantequillar un molde preferiblemente rectangular, enharinar con pan rallado y esparcir una cucharada de semillas de ajonjolí.

Hacer un puré con los plátanos maduros, incorporar la mantequilla, mezclar y agregar los huevos batiendo bien cada vez, añadir el pan de horno molido (o fororo), el pan rallado, las especias y el melado de papelón; seguir batiendo por unos minutos, luego se agrega el queso rallado y el vino y se mezcla hasta integrar todo.

Una vez lista, se vierte la mezcla en el molde previamente engrasado y empanizado, se alisa la superficie con una paleta o cuchara y se esparce ajonjolí al gusto. Llevar al horno durante 1 hora o hasta que al insertar un palillo, este salga limpio.

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