Butacas, no tan antiguas, ni tan actuales
La butaca moderna

¿Lo sabías? Butaca es una palabra originaria de los pueblos indígenas del oriente venezolano. Ven Para Saber sobre esta historia

Butaca: del oriente al cine y al teatro

“Asiento con brazos y respaldo, semejante a un sillón pero generalmente menos voluminoso”, así define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua el significado de la palabra: butaca. ¿Hasta ahora nada sorprendente verdad?

Pues claro que tiene para sorprendernos el término “butaca” como maravilla del idioma. La propia Real Academia, coloca una coletilla antes de ofrecernos el significado de la palabra: “Del cumanagoto putaca ‘asiento’. Es decir, las famosas butacas del cine, del teatro, se llaman así por adopción al castellano de un término de los pueblos indígenas del oriente de Venezuela.

Del cumanagoto proviene otra palabra emblemática para la comida venezolana: arepa… por su origen del “aripo”. Y hay quienes señalan que el término, “catire” para referirse a gente rubia y a veces no tan rubia, también proviene del cumanagoto. 

Palabra que demuestra lo vivo del lenguaje

Escribía Eugenio Montejo, poeta y ensayista venezolano, precisamente sobre el desarrollo del castellano en tierras del norte de Sudamérica y su enriquecimiento: “Hoy es posible comprobar que la lengua llegada hace cinco siglos echó raíces en este suelo, adaptándose a nuestro paisaje para sobrevivir y robustecerse. De seguro que si ahora pudiesen oírla los primeros navegantes que con ella vinieron, si pudiesen escucharla escucharla tal como nosotros a diario la hablamos, poco podrían comprender al primer intento. Aunque sus estructuras escasamente han variado, contiene muchas nuevas palabras, indígenas unas, foráneas otras, que han sido incorporadas a lo largo del tiempo. Vocablos como butaca, por ejemplo, indispensable a la hora de nombrar los más disputados palcos teatrales de las capitales hispanoamericanas, proviene del nombre de una vieja silla que usaban los indios cumanagotos”.

Los escribidores de la colonización y la conquista describían a las butacas de los pueblos indígenas orientales como asientos de madera, en forma de tijera, cóncavo, forrado en cuero crudo y por supuesto con posa brazos.

El éxito del tipo de silla y de la palabra fue tal, que, con el tiempo, empezó a ser una pieza distintiva de casas acomodadas durante la colonia. Así la butaca “logró su ascenso social” en la muy discriminatoria estructura social de la colonia. 

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