Sentimiento Muerto, la banda que marcó una generación
- 12/06/2024
- Destacados, Latinoamérica Mágica
- Chevige González Marcó
Inició su formación en 1981 y marcó una época en la que buena parte de la juventud venezolana se conectó con su música: Sentimiento Muerto.
Nacimiento de Sentimiento Muerto
Sentimiento Muerto reunió no sólo él éxito musical, tanto en el formato underground como en el comercial, sino que sus letras identificaron, valga la redundancia, los sentimientos de una generación de jóvenes venezolanos.
La década de 1980 estuvo marcada por las llamadas minitecas y justo de allí nace la semilla de Sentimiento Muerto. Spit se llamaba ese proyecto de unos muchachos del Colegio San Ignacio de Loyola, que pronto se transformó en una banda de rock llamada “Dead Feeling” y que en 1983 empezó a ser como tal: Sentimiento Muerto.
Carlos Eduardo Troconis (Cayayo), Pablo Dagnino, Alberto Cabello y Erwin Schafer (Wincho), fueron el núcleo inicial de la banda, en la que también participó el guitarrista Luis Poleo, muy cerca de sus albores también se unió Edgar Jiménez.
SM: Irreverencia y creatividad
Debutaron en 1983 en un festival de Punk Rock en el Poliedro de Caracas y los cuatro temas que allí lanzaron formaron parte luego de los intercambios de cassettes de los jóvenes rockeros de la capital.
Pero, su “mercadeo”, no se limitó a las grabaciones de mano en mano, graffitis, dibujos en volantes, empezaron a recorrer Caracas. La puesta también era distinta a lo tradicional en la movida rockera nacional. Un corazón rojo cruzado como en el símbolo de prohibido se convirtió en una imagen que empezaban reproducer espontáneamente los jóvenes, a la par que los temas musicales ganaban popularidad.
El grupo hizo un click con una musicalidad a veces lacónica, a veces rebelde. Con mensajes a veces sencillos de amor y desamor, de ausencia, de necesidades emocionales y de crítica social. Enganchó a los chamos de los colegios de los liceos, cantando y señalando cosas que podían ser parte de su cotidianidad, de sus reclamos, de su rebeldía.
Lo
underground con fuerza que emerge
Desde lo underground empezó a emerger a partir de dos grabaciones caseras, de esas que ya les decíamos que se iban moviendo de mano, fueron las primeras producciones de Sentimiento Muerto. Un cassette con 14 temas y otro con 13, con fechas aproximadas de lanzamiento entre 1985 y 1986.
Así, sin un estudio reconocido ni una disquera, empezaron a circular temas que se convirtieron en clásicos para la juventud venezolana de los años ’80: Manos Frías y Educación Anterior. Entonces, las canciones se hicieron conocidas en Caracas, los Altos Mirandinos y de allí a todo el país.
Sentimiento Muerto había abierto un boquete en el control de mercado de las grandes disqueras, también los géneros, en la construcción de un rock que sonaba y se sentía más como aquella generación de jóvenes venezolanos.
La consolidación
Con El Amor ya no existe, su primer álbum de estudio y respaldado por una disquera, Sentimiento Muerto irrumpe definitivamente en el panorama musical venezolana. El disco, producido por Fito Páez, contenía algunas de las canciones que habían circulado en las producciones caseras y otros temas nuevos.
Culebrón; Una Extraña Sensación de Soledad; Descargar, se convirtieron en himnos juveniles y lograron ampliar su influencia hacia otros públicos. Pero, en realidad, todas las canciones de aquel álbum se convirtieron en éxitos.
En este disco participaron como banda: Pablo Dagnino, vocalista y en el teclado; Cayayo Troconis en la voz y guitarra; José Pingüino Echezuría en la guitarra; Erwin «Wincho» Schäfer en el bajo; Alberto Cabello en la batería y Edgar Jiménez en la guitarra. La mayoría de las composiciones eran de Dagnino y Troconis. Más adelante se incorporó en la batería Sebastián Araujo.
La consolidación
Con la llegada a los circuitos comerciales de la banda, el sonido de Sentimiento Muerto fue cambiando, su público se fue haciendo más variado, pero casi siempre se mantuvieron como una banda que movía los sentimientos de los más jóvenes.
Aquellas raíces muy inspiradas en bandas como The Cure y Sex Pistols, fueron dando paso a otras texturas musicales. Vino en 1989, Sin Sombra no hay Luz y en 1991, Infecto de Afecto, el álbum quizás más alejado del sonido original de la banda.
En 1991, se presentaron en el Festival Iberoamericano de Rock que se realizó en Caracas y lograron cierta internacionalización, con presentaciones en Argentina, Colombia y Estados Unidos. En España, se había presentado ya en 1986 en el Encuentro Iberoamericano de Rock organizado por Miguel Ríos.
Para 1992 deciden disolver la banda. Sin embargo, ya su historia había sido escrita como quizás, la más importante banda de rock hecho en Venezuela. Lo que podía faltarles en virtuosidad musical, era complementado con una puesta en escena, simbología y una temática única, que los hizo un símbolo: la banda que marcó a una generación.
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