José Leonardo Chirino y su insurrección
- 10/05/2024
- Destacados, Historias de Venezuela
- Chevige González Marcó
El 10 de mayo de 1795 ocurrió en Venezuela, uno de los hechos más importantes, que formaron parte del preludio de la gesta independentista: la insurrección liderada por José Leonardo Chirino.
Llegan noticias desde Haití y Francia
El actual estado Falcón, era una de las regiones del país con mayor concentración de esclavos negros o “semilibres” en el territorio de aquella Capitanía General de Venezuela de 1795, en aquel contexto, surgió José Leonardo Chirino como líder de una insurrección que buscaba la emancipación social.
Chirino era zambo, descendiente del negro esclavo Juan De La Rosa y de la indígena María Pascual. En las circunstancias impuestas por el coloniaje español, Chirinos había nacido con ciertos derechos de “libertad”, al ser hijo de una indígena. El patrono o “dueño”, del papá de José Leonardo, era el presbítero Cristóbal Chirino, uno de los tipos más ricos de la Provincia de Coro.
José Leonardo tenía la virtud de escuchar las conversaciones de los esclavistas y de las élites del momento, que se reunión en casa del “amo”. Así se enteró de los hechos relacionados con la Revolución Francesa de 1789 y de la sublevación en Haití, liderada por el negro Toussaint L’Ouverture, que fue justamente la que logró declarar la independencia haitiana, primer territorio sin colonización en el continente.
Los gobernantes coloniales y su rechazo a la Real Cédula
En 1789 habían ocurrido otros anuncios importantes, por parte de la Corona española. El rey Carlos IV emite una “real cédula”, en la que instruye sobre el “trato” a los esclavos y les otorga ciertas consideraciones humanitarias, en función de los intereses de la monarquía española. No se trataba del fin de la esclavitud, debido a que, la “real cédula” también concedía la “libertad para el comercio de negros” y aquel decreto incluía a Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y la Provincia de Caracas.
En Caracas, las autoridades ignoraron el decreto real y continuaban comportándose de idéntica forma. Pero el rumor sobre los alcances de la real cédula de Carlos IV, se extendió por la Capitanía General. El descontento fue creciendo, porque aquellos mínimos y pequeños derechos que se otorgaban desde la Metrópoli no eran escuchados por los gobernantes locales.
Al contrario, los colonialistas locales se envalentonaron y empezaron a cobrar más tributos, como el derecho a alcabala, que afectaba a negros libres o zambos y que empezó a ser aplicado por el recaudador de derechos reales Juan Manuel Iturbe, a quienes bajaban de la serranía de Coro (Falcón).
José Leonardo Chirino comienza a conspirar
Desde marzo de 1795, aquel José Leonardo Chirino, armado de sus conocimientos sobre lo que pasaba en el mundo, en Francia, en Haití, comienza a articularse, como los llamados cimarrones, aquellos negros que habían escapado de la esclavitud y que permanecían en los montes y montañas. De esos había muchos en la Sierra de Coro. Chirino tenía lista su proclama de instauración de la “ley francesa” sobre derechos y por la libertad de los esclavos.
La rebelión se inició en la hacienda El Socorro de la sierra falconiana. La insurrección se propagó por otras haciendas de la región y el levantamiento empezó a conocerse en otras partes del occidente venezolano. Tenían como propósito llegar a Coro, pero allí, los españoles los emboscarían en desiguales combates de armas de fuego contra machetes.
Más de 100 negros y zambos fueron ajusticiados, otro centenar resultó apresado. José Leonardo Chirino no se encontraba en el primer grupo de insurrectos que llegó a Coro y así eludió, en primera instancia, la muerte.
Capturan y ajustician a José Leonardo Chirino
José Leonardo pasó tres meses huyendo, hasta que fue víctima de una delación. Fue apresado y conducido hasta Caracas, donde se le condenó a la hora y se dispuso que su cabeza, “en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de altura, se colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos, remitidas a Coro, se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua”, esta última su ciudad natal.
Los colonialistas no querían dejar a la duda, sobre cómo actuarían ante futuros alzamientos. Pero desde diversos sectores sociales y étnicos, el descontento iba atando cabos para avanzar en la gesta por la Independencia de Venezuela.
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