Los últimos años del Libertador Simón Bolívar
Muerte de Simón Bolívar - Antonio Herrera Toro (1889)

El Viacrucis del Libertador Simón Bolívar

Los últimos años de vida del Libertador Simón Bolívar estuvieron marcados por traiciones, conspiraciones, intentos de magnicidio, difamaciones, el desmoronamiento de su gran sueño, la dolorosa muerte de Sucre y el vertiginoso deterioro físico que lo condujo al sepulcro.

El Libertador atravesó un verdadero Viacrucis, un sufrimiento demasiado injusto tratándose de un héroe que hizo historia en el siglo XIX.

Un gran hombre que conoció la gloria y tuvo un destino muy cruel.

Ven para saber más sobre los últimos años del Libertador.

De la gloria al borde del abismo

Después de la victoria en Ayacucho (en la que Simón Bolívar delegó la comandancia del Ejército Patriota en Antonio José de Sucre) y de la consolidación de la independencia suramericana, el Libertador aspiraba a concretar la unión de las naciones liberadas en un solo bloque, una confederación de países desde México hasta Chile y Argentina que pudiera hacerle frente a Europa y a Estados Unidos que ya empezaba a proyectarse como una gran potencia.

Como primer paso para hacer realidad la integración, convoca el 7 de diciembre de 1824, desde Lima, al Congreso Anfictiónico; esta reunión se celebró entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826 en el Convento de San Francisco de la Ciudad de Panamá (entonces parte de Colombia), del 22 de junio al 15 de julio de 1826.

«La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo, y todas estas partes del mundo debían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y Europa para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y debe entrar en los cálculos de la política americana».

En ese tiempo, Simón Bolívar era considerado el gran héroe continental y, por supuesto, tenía gran influencia sobre las naciones recién independizadas. Era El Libertador. No obstante, su gran liderazgo, poder e influencia no fueron ajenos a las enemistades locales que se negaban a subordinarse a su autoridad.

Conspiraciones y Separatismo

Las conspiraciones en contra de Bolívar se multiplican desde la Gran Colombia hasta Perú y la recién creada Bolivia.

Unos cuantos personajes con ansias de poder -otrora aliados- veían amenazadas sus pretensiones con la idea de Bolívar de instaurar una presidencia vitalicia de las naciones liberadas por el Ejército Patriota, con él mismo a cargo; mientras que en cada localidad un vicepresidente y los correspondientes Congresos se encargarían de los asuntos administrativos.

El Libertador ingenuamente pensaba que esta era la mejor manera de preservar la unidad  política y militar de los pueblos y prevenir cualquier amenaza externa. Sus enemigos se opusieron rotundamente e iniciaron campañas separatistas para garantizarse cuotas de poder en los nuevos Estados, sin la “sombra” de Bolívar, quien ya era un “estorbo” para sus propósitos mezquinos

El antibolivarianismo comenzó a ganar territorio y adeptos, los ejecutores del plan secesionista no pudieron o no quisieron entender el proyecto del Libertador.

Las primeras grietas del divisionismo surgen, irónicamente, en Venezuela, tierra natal de Simón Bolívar. Allí, en 1826, José Antonio Páez encabeza la campaña secesionista, erigido como caudillo local.

En Nueva Granada, por otro lado, la batuta de la división y el antibolivarianismo la lleva el vicepresidente Francisco de Paula Santander.

El Libertador defiende su gran proyecto geopolítico

Bolívar se aferra a su creación y a su proyecto integracionista, intenta por todos los medios evitar el desmoronamiento de la Gran Colombia.

Después de hacer escala en Bogotá visita por última vez su ciudad natal, Caracas, el 10 de enero de 1827, durante breve lapso consigue controlar a Paéz y sus acólitos, evita el resquebrajamiento de la unidad y tener que llegar al extremo de una confrontación armada entre hermanos grancolombianos (llamados simplemente colombianos entonces).

De cualquier manera, después de la visita a Venezuela y visto el escenario bogotano, Simón Bolívar es más que consciente de la gravedad de la situación y que no sería nada sencillo sostener la unidad territorial y política, entre tanta discordia y ambición personalista.

El principio del fin del sueño y la vida de Bolívar

El año de 1828 fue catastrófico para el Libertador Simón Bolívar, así pues se precipitan los acontecimientos y la tragedia del gran hombre de América.

Haciendo caso a las exigencias de quienes reclamaban una reforma a la Constitución de Colombia, Bolívar llama a la Convención de Ocaña, sin embargo, esta reunión solamente avivó la oposición y hostilizó aún más a sus enemigos, quienes no dudaron en llamarlo tirano.

El enfrentamiento con la facción de Santander se hizo evidente y muy visceral. El Libertador vuelve a Bogotá y asume poderes dictatoriales, todo con la idea de preservar la unión; lo que consigue en todo caso es que sus enemigos lo difamen y lo acusen de déspota y hambriento de poder.

La situación llegó al punto en que el bando antibolivariano dirigido por Santander planificó acabar con la vida del Libertador en varias ocasiones. Una de ellas fue la llamada Conspiración o Noche Septembrina del 25 de septiembre de 1828; en este suceso Bolívar salva su vida de una muerte segura gracias a la oportuna intervención de Manuela Sáenz, su pareja y compañera de armas.

Después de este intento de magnicidio, el Libertador impone la Ley Marcial en todo el territorio Colombiano, suspende garantías, designa autoridades militares en lugar de la civiles y ordena la detención de todos los conspiradores.

Catorce de los involucrados fueron sentenciados a la pena de muerte, incluyendo al mismo Santander, que a último momento consiguió que se le conmutara la sentencia de ejecución por la del destierro.

Las rebeliones se multiplican, demasiados frentes para un solo hombre

En 1829, como si no fueran suficientes las conspiraciones que debe enfrentar Bolívar en Colombia, en Perú se rebela el presidente José de La Mar.

La Mar, organiza una rebelión separatista en Guayaquil y amenaza a la recién creada Bolivia.

Por otra parte, José María Obando y Juan Hilario López encabezan un levantamiento contra el gobierno en Pasto. Dadas las circunstancias, a Bolívar no le queda otra alternativa que enfrentar las rebeliones y para ello se traslada hasta Guayaquil.

Para ese momento Antonio José de Sucre había renunciado a la presidencia de Bolivia, ante el clima de ingobernabilidad. Sin embargo, logró derrotar militarmente a las fuerzas de La Mar que pretendieron invadir Guayaquil.

El gobernante peruano La Mar es derrocado y luego de un armisticio entre Bolívar y Agustín Gamarra, todo se tranquiliza.

Mientras tanto, en Bogotá, en medio de una atroz campaña de descrédito, hacen circular rumores sobre una supuesta intención de Simón Bolívar de instaurar una monarquía en Colombia y coronarse como rey; nada más lejos de la realidad para ese momento.

El fatídico año de 1830

El ambiente político se vuelve cada vez más denso para Simón Bolívar y sus colaboradores. Todo esto haría mella en la salud del Libertador, afectado física y moralmente.

Ese año se hace el llamado a un Congreso Constituyente en Bogotá, presidido por Antonio José de Sucre, para definir el destino de la Gran Colombia. Bolívar no quiere seguir al frente del poder y piensa que el Mariscal Sucre puede tomar su lugar; obviamente sus opositores y enemigos, conscientes de la estrecha cercanía de ambos próceres, no le permiten.

En una sesión del Congreso instalado en enero de 1830, Bolívar expresaría:  «…La independencia es el único bien que hemos alcanzado a costa de todos los demás…»

En mayo de ese año, El Libertador presenta su renuncia ante el Congreso y logra finalmente que este la acepte.

De Cartagena a Santa Marta

El Viacrucis del Libertador Simón BolívarDespués de renunciar a todos sus cargos, Bolívar se traslada hasta Cartagena de Indias, en esa ciudad recibe la demoledora e infausta noticia del asesinato de Antonio José de Sucre en Berruecos, el 10 de julio de 1830.

Por otra parte, en Venezuela, el Congreso de Valencia -con Páez al frente- decide formalizar la separación de Colombia y prohibir el regreso del Libertador a su tierra natal.

Traicionado, amargado y enfermo, Bolívar decide irse a Europa; antes, en diciembre de 1830, hace una parada en Santa Marta, donde es invitado por el hacendado español Joaquín de Mier a hospedarse y tomar reposo en su Quinta San Pedro Alejandrino (hoy Fundación Museo Bolivariano Quinta de San Pedro Alejandrino). Su salud está demasiado deteriorada como para hacer la larga travesía del Atlántico.

Conforme avanzan los días se agrava su enfermedad, cada vez está más débil. Lo atiende el médico Alejandro Próspero Révérend.

El 10 de diciembre de 1830, Simón Bolívar dicta su última proclama y el testamento sobre los bienes que le quedan en Venezuela.

Muerte del Libertador Simón Bolívar

Después de varios días de agonía, nuestro gran prócer, El Libertador Simón Bolívar, muere el 17 de diciembre de 1830, a la 1:07 de la tarde, rodeado por sus más fieles colaboradores y amigos, entre ellos podemos mencionar a su sobrino Fernando Bolívar, el general Pedro Briceño Méndez (casado con su sobrina Benigna Palacios Bolívar), el general José Laurencio Silva (casado con otra sobrina, Felicia Bolívar Tinoco), su mayordomo José Palacios y los generales Mariano Montilla e Ignacio Luque.

“Sus facciones expresaban una completa serenidad; ningún dolor o señal de padecimiento se reflejaba sobre su noble rostro, cuando advertí que ya la respiración se ponía estertorosa, el pulso de trémulo casi insensible y que la muerte era inminente, me asomé a la puerta del aposento y, llamando a los Generales, Edecanes y los demás que componían el Séquito de Bolívar, “Señores, exclame, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo”. Inmediatamente fue rodeado el lecho del ilustre enfermo, y, a pocos minutos, exhaló su último suspiro Simón Bolívar, el ilustre campeón de la libertad suramericana, cuya defunción cubrió de luto a su patria, tan bien pintado cuando el General Ignacio Luque exclamaba: ‘Ya murió el sol de Colombia’.”

Después de la muerte de Bolívar, el doctor Alejandro Próspero Révérend realiza la autopsia (dictamina tisis tuberculosa como aparente causa del fallecimiento) y lo embalsama para ser velado y luego enterrado en la catedral de Santa Marta.

En 1842 los restos del Libertador fueron repatriados a petición del gobierno de Venezuela -presidido por José Antonio Páez- e inhumados en la cripta familiar de los Bolívar en la catedral de Caracas.

«Los restos preciosos del hijo Ilustre de Caracas permanecen en el lugar en que terminó su existencia; ellos deben venir al lugar en que la principió; pero nadie debe traerlas sino la Nación».

El 28 de octubre de 1876, por decreto de Antonio Guzmán Blanco, los restos de Simón Bolívar fueron trasladados al recién creado Panteón Nacional (antigua iglesia de la Santísima Trinidad), donde reposan hasta el presente, en un mausoleo inaugurado el 14 de mayo de 2013, como anexo del Panteón.

Como dato curioso podemos señalar que el corazón de Bolívar se quedó en otra urna en la ciudad de Santa Marta “como símbolo de amistad entre los pueblos de Venezuela y Colombia”.

Última Proclama del Libertador Simón Bolívar

A los pueblos de Colombia

Colombianos:

Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiáis de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.

Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.

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